BIENVENIDOS Y BIENVENIDAS (FRATELOS Y SORELAS)

PAZ Y BIEN!

A lo largo de nuestras vidas escuchamos, hablamos, vemos, aprendemos, crecemos, lloramos... pero... ¿que nos queda en el corazón? espero que este espacio sirva para llevar cosas al corazón y de ahí llevarlas a la vida...

---unidos en esta loca tarea de transformar el mundo---

un abrazo fraterno: Fray Esteban

sábado, 10 de agosto de 2019

SANTO SEPULCRO: no está aquí, ha resucitado...

hola, paz y bien...

hace poco tuve la GRAN oportunidad de ir a una peregrinación en Tierra Santa (se siente tan bonito poder empezar una nota del blog con estas palabras), ciertamente ha sido un regalo de parte del Señor.

Hay muchos detalles por contar y compartir pero quiero centrarme en uno solamente (por ésta ocasión), el día 9 de la peregrinación teníamos como programa hacer el SANTO VIACRUCIS, todo comenzó bien a las 9am (según la hora que comenzó toda la vía dolorosa), el grupo hizo el esfuerzo de concentrarse realmente en hacer una experiencia espiritual en medio de la vida cotidiana y mercantil del lugar, los lugareños y los turistas... ¡un gran esfuerzo que valió la pena!, puesto que en cada estación íbamos meditando para nuestros adentros; y la vida de mercado, de calles, de escuela y estudiantes no se detenía, entre gritos, motos, carros a veces y nosotros haciendo el vía crucis... es una realidad muy parecida a la que le tocó vivir a Nuestro Señor Jesucristo, pues en el momento que él iba haciendo su vía dolorosa, algunos curiosos estaban mirando, pero muchos continuaban con su vida cotidiana, normal sin importarles el nuevo condenado que iba por las calles de Jerusalén, rodeado de soldados romanos... era costumbre hacer eso con los ladrones y despreciables de la época, y el "paseo" por las calles era una lección para los demás, para nosotros marcó la VÍA DOLOROSA, pero para muchos de entonces era solo un condenado a muerte mas.

Bueno... llegamos a la DÉCIMO CUARTA estación voy a NARRAR:

-Décimo cuarta estación: Jesús es llevado al sepulcro. Te adoramos oh Cristo....
-"Hermanos estamos al frente de la Iglesia del Santo Sepulcro, lugar donde lo sepultaron y lugar donde resucitó..."
-vean esa fila!!!, dijo una de las peregrinas, voy a preguntar como está el asunto para poder entrar al sepulcro...
-el oficial de seguridad nacional nos indicó que la fila podía demorar unas 4 ó 5 horas para ingresar propiamente al SANTO SEPULCRO.
-Debemos hacer una junta del grupo para tomar una decisión -dijo el guía- Hermanos tenemos dos opciones:
a) hacer la fila, sabiendo que son las 11am y que serían como las 3pm la hora en que entremos al santo sepulcro perdiéndonos todo lo demás agendado....
b) quedarnos una hora meditando, a las 12md la misa, 1pm almuerzo, 2pm muro de los lamentos

No puede ser que vengamos desde el otro lado del mundo a éstos lugares tan santos y perdernos la oportunidad de entrar en el sepulcro, ya hemos viajado mucho para llegar a éste lugar, ya hemos pasado mucho, ya hemos caminado, no puede ser perdernos ésta oportunidad tan poco probable que la volvamos a tener... PERO... con dolor (enojo y desilusión) entre todos, decidimos que la opción segunda era la mejor a pesar de perdernos entrar a un lugar tan importante para la fe (donde sepultaron a Jesús y donde resucitó) pero seguir con el programa de tener misa, almuerzo y visitar el muro de las lamentaciones... AQUÍ LA COSA SE PONE CANDENTE....

En la misa, la liturgia que se celebra es la del Domingo de Resurrección, entonces el Santo Evangelio es el del primer día de la semana cuando María Magdalena fue al sepulcro y lo vio vacío y un ángel sentado sobre la Piedra le dijo "no Está aquí; Ha resucitado"... les voy a ser sincero... mientras lo estaba proclamando yo estaba llorando, conmovido internamente, consternado, apenado con el Señor, las palabras del ángel a Magdalena eran para mi, las lágrimas me bajaban, pues yo estaba algo decepcionado de no haber podido entrar en el Sepulcro y Dios me estaba diciendo que de por sí él no estaba ahí... mi homilía: "hermanos, hermanas, de una cosa podemos estar seguros, existe un lugar donde Dios no está y eso es en el sepulcro, la Palabra del Evangelio lo acaba de afirmar ÉL NO ESTÁ AQUÍ, HA RESUCITADO", me senté y todos estábamos llorando, tocados en el corazón por una estocada divina, Dios nos había jugado una bromita.

Es cierto nos perdimos el hecho de entrar en un lugar tan importante para la historia de la fe, pero VACÍO, pero sin nadie... en cambio en la misa lo teníamos entre nuestras manos, en la comunión santa, y nos LLENA.
ese es el Santo Sepulcro, esa puerta era donde NO ENTRAMOS...


vista externa del sepulcro y la fila de los que llevaban 4 horas y casi a punto de entrar

la parte de arriba del sepulcro, la luz de la resurrección...


EL RELOJERO

El relojero (adaptación del cuento de Mamerto Menapace)

De esto hace mucho tiempo. Época en la que todavía todo oficio era un arte y una herencia. El hijo aprendía de su padre, lo que éste había sabido por su abuelo. El trabajo heredado terminaba por dar un apellido a la familia. Existían así los Herrero, los Barrero, la familia de Tejedor, etcétera.

...un día al relojero le llegó una noticia desde la capital de que había ganado un concurso para trabajar en una gran empresa relojera... toda la población quedó consternada. El pueblito se quedaría sin relojero. Todos se sintieron turbados frente a la idea de que desde aquel día, algo faltaría al irse quien se ocupaba de atender los relojes con los que podían conocer la hora exacta. Al día siguiente una pesada carreta cargada con todas las pertenencias de la familia, cruzaba lentamente el poblado, alejándose quizás para siempre rumbo a la ciudad capital. En ella se marchaba el relojero con toda su gente: el viejo abuelo y los hijos pequeños. Nadie quedaba en el lugar que pudiera entender de relojes.

Y los días fueron pasando, haciéndose meses. De pronto a alguien se le cayó el reloj, y aunque al sacudirlo comenzó a funcionar, desde ese día su manera de señalar la hora ya no era de fiar. Adelantaba o atrasaba sin motivo aparente. Fue inútil sacudirlo o darle cuerda. La cosa no parecía tener solución. De manera que el propietario del aparato decidió guardarlo en su mesita de luz, y bien pronto lo olvidó al ir amontonando sobre él otras cosas que también iban a para al mismo lugar de descanso. Y lo que le pasó a esta persona, le fue sucediendo más o menos al resto de los pobladores.

En pocos años todos los relojes, por una causa o por otra, dejaron de funcionar normalmente, y con ello ya no fueron de fiar. Recién entonces se comenzó a notar la ausencia del relojero. Pero era inútil lamentarlo. Ya no estaba, y esto sucedía desde hacía varios años. Por ello cada uno guardó su reloj en el cajón de la mesa de luz, y poco a poco lo fue olvidando y arrinconando.

Digo mal al decir que todos hacían esto. Porque hubo alguien que obró de una manera extraña. Su reloj también se descompuso. Dejó de marcar la hora correcta, y ya fue poco menos que inútil. Pero esta persona tenía cariño por aquel objeto que recibiera de sus antepasados, y que lo acompañara cada día con sus exigencias de darle cuerda por la noche, y de marcarle el ritmo de las horas durante la jornada. Por ello no lo abandonó al olvido de las cosas inútiles. Cierto: no le servía de gran cosa. Pero lo mismo, cada noche, antes de acostarse cumplía con el rito de sacar el reloj del cajón, para darle fielmente cuerda a fin de que se mantuviera funcionando. Le corregía la hora más o menos intuitivamente recordando las últimas campanadas del reloj de la iglesia. Luego lo volvía a guardar hasta la noche siguiente en que repetía religiosamente el gesto.

Un buen día, la población fue nuevamente sacudida por una noticia. ¡Retornaba el relojero! Se armó un enorme revuelo. Cada uno comenzó a buscar ansiosamente entre sus cosas olvidadas el reloj -oxidado tal vez- abandonado por inútil a fin de hacerlo llegar lo antes posible al que podría arreglárselo.

Fue inútil. Los viejos engranajes tanto tiempo olvidados, estaban trabados por el óxido y el aceite endurecido. Apenas puestos en funcionamiento, comenzaron a descomponerse nuevamente: a uno se le quebraba la cuerda, a otro se le rompía un eje, al de más allá se le partía un engranaje. No había compostura posible para objetos tanto tiempo detenidos. Se habían definitiva e irremediablemente deteriorado.

Solamente uno de los relojes pudo ser reparado con relativa facilidad. El que se había mantenido en funcionamiento aunque no marcara correctamente la hora. La fidelidad de su dueño que cada noche le diera cuerda, había mantenido su maquinaria lubricada y en buen estado. Bastó con enderezarle el eje torcido y colocar sus piezas en la posición debida, y todo volvió a andar como en sus mejores tiempos.

La fidelidad constante a un cariño había hecho superar la utilidad, y había mantenido la realidad en espera de tiempos mejores. Ello había posibilitado la recuperación.

La oración (y la vigilante espera) pertenece a este tipo de realidades. Tiene mucho de herencia, poco de utilidad a corta distancia, necesidad de fidelidad constante, y capacidad de recuperación plena cuando regrese el relojero.

Aún no he terminado...

Paz y bien, ojo👀 a este detalle:  "Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el su...