BIENVENIDOS Y BIENVENIDAS (FRATELOS Y SORELAS)

PAZ Y BIEN!

A lo largo de nuestras vidas escuchamos, hablamos, vemos, aprendemos, crecemos, lloramos... pero... ¿que nos queda en el corazón? espero que este espacio sirva para llevar cosas al corazón y de ahí llevarlas a la vida...

---unidos en esta loca tarea de transformar el mundo---

un abrazo fraterno: Fray Esteban

miércoles, 6 de mayo de 2020

El Señor me dio hermanos...


¡¡¡PELIGRO!!! TE LO ADVIERTO, ES UNA REFLEXION FRANCISCANA DE LA VIDA FRATERNA...

+SI SOS FRANCISCANO (de la familia franciscana) PUEDE QUE TE DE UN PAR DE "GOLPES AL HIGADO" Y UN PAR DE PASTILLAS DE "UBICATEX".
+SI NO SOS DE LA FAMILIA FRANCISCANA PUEDE QUE ESTE TEMA TERMINE DE CONFIRMAR TU ADICCIÓN POR PERTENECER A LA MISMA...
+al final hay un anexo importante y formativo

“El Señor me dio hermanos” con esta expresión San Francisco de Asís quiso dar entender (ver anexo al final del articulo) cómo Dios le estaba pidiendo a él realizar esa nueva forma de vida religiosa y evangélica: ¡rodeado de hermanos, conviviendo como hermanos! y es que en las Constituciones de los Hermanos Menores Capuchinos dice en el número 88 que “la fraternidad tiene su fundamento en el misterio de amor de la perfecta Trinidad y de la Santa unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, esto para nosotros frailes es sumamente importante porque la fraternidad ¡nuestra fraternidad! no brota de los conceptos filosóficos ni de los conceptos sociales qué han existido y existen en América Latina -y el mundo entero-; nuestra fraternidad no brota de un concepto sin que brota de Dios y más específicamente brota del amor intra-trinitario. Es decir, que así como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se aman y conviven tan estrechamente unidos  asimismo los Hermanos Capuchinos, por encima de todo concepto, tenemos claro que la fraternidad es una vivencia, una experiencia de vida, algo que se vive, que se lleva dentro.

Vamos a ver, esto es como hablar de la familia a pesar de que hay conceptos que definen y explican el ser y quehacer de la familia (y vaya que hoy abundan y hasta verborrean con los conceptos que “definen” familia), a pesar de que hay conceptos -repito- no se comparan con la experiencia de vivir en familia, tener una familia. Esto es claramente una dimensión que separa el “conocimiento por ideas”, es decir, usando el intelecto y el “conocimiento por experiencia” que implica la vida (con todos sus aciertos y desaciertos). ¿Quién no ha “metido las patas” en la vivencia de la familia?, ¿quién no ha sido ocasión de tropiezo y enojo dentro de una familia?, ¿quién no ha sido soporte familiar en los momentos duros?, ¿quién no ha sido hombro, abrazo, beso, caricia?... Pues ¡lo mismo entonces aplica para la vida fraterna! solamente haciendo una experiencia de ella y entregándose 100% a ella se puede entonces “definir”, se puede entonces explicar, se puede entonces hablar de fraternidad.

El Señor me dio hermanos ya lo decía San Francisco de Asís y esto es la experiencia a la cual nosotros Capuchinos estamos del todo comprometidos: ser hermanos menores. Esto aunque puede sonar muy bonito realmente es algo muy bonito, sí no has leído mal es algo muy bonito y bueno, porque precisamente solo Dios qué es el Sumo Bien, la fuente de todo bien puede ser la fuente de la fraternidad. Con esto quiero decir que aunque existen personas detractores de la familia y de la fraternidad cuando algo viene de Dios es bueno, es agradable, es perfecto (Rom 12,2) y en esta experiencia es donde estamos sumergidos los frailes… queremos vivir como hermanos a pesar de los defectos, a pesar de nosotros mismos, incluso con nosotros mismos, con virtudes, con cualidades. Con respecto a este punto nuestras Constituciones afirman en el número 89,1: Dados unos a otros como hermanos por el Señor y dotados de dones diferentes, aceptémonos mutuamente de corazón”, en esta aceptación mutua de corazón es donde yo quiero hacer un énfasis, porque este es el corazón de la vida fraterna ¡aceptarnos mutuamente y de corazón!, aceptar no es alcahuetear, aceptar es tener vocación de cireneo, saber cargar la cruz propia y ayudar al hermano a sobre-llevar su cruz.

Esa vocación cirenea la explica muy claramente el mismo numeral dice: “amémonos mutuamente de corazón, llevando las cargas y los defectos los unos de los otros y ejercitándonos de continuo en el amor divino y en la caridad fraterna, procurando ser ejemplo de virtud entre nosotros y para todos, y dominando las propias pasiones y las malas inclinaciones” (89.2)

En nuestra Custodia General San Félix de Cantalicio de Nicaragua, Costa Rica y Panamá esta experiencia vital de ser hermanos, de vivir la fraternidad… yo mismo la he experimentado y he visto ejemplos concretos de lo que significa ser hermano:

-Cuando nos hemos reunido para celebrar un cumpleaños de un fraile pero con la misión especial de hacerle pasar muy bien ese día… eso hace la familia, eso hace la fraternidad.

-Cuando un hermano ha estado enfermo y he visto moverse a los demás al unísono por atenderle, cocinando lo mejor que puedan para el enfermo, haciéndole mandados como traer los medicamentos, lavándole la ropa y limpiándole la habitación… eso hace la familia, eso hace la fraternidad.

-Cuando un hermano ha ganado algún título académico y los demás lo celebramos con mucha alegría con pastel y helados, eso hace la familia, eso hace la fraternidad.

-Cuando un fraile fallece y los demás viajan por los países dejando las agendas pastorales a un lado para reunirse y dar consuelo mutuamente, eso hace la familia, eso hace la fraternidad.

-Cuando un fraile ha quedado solo en una misión y lejos de las demás fraternidades he visto a hermanos visitándole, acompañándole y ayudándole, eso hace la familia, eso hace la fraternidad.

-Cuando en Nicaragua se celebra la Semana Franciscana para descansar, reunirse y formarse, esos espacios hace la familia, eso hace la fraternidad.

-Cuando en Costa Rica se reúnen para comer la tradicional paella el 1ro de enero (heredada por el buen Fray Antonio Lesera), eso hacen las familias, eso hace la fraternidad.

-Cuando en Panamá se saca un día entero para ir a mojarse los pies en la represa de Wacuco, como día de paseo incluso con misa, eso hace las familias, eso hace la fraternidad.

-Cuando nos reunimos para rezar el Oficio Divino, las celebraciones litúrgicas, cuando estamos en retiro espiritual, en fin, cuando le damos el PRIMER LUGAR a Dios en la fraternidad...

Cuando digo “eso hace” no me refiero a la actividad en tanto cual, sino a la acción que recae sobre el sujeto, ese tipo de cosas CONSTRUYEN LA FRATERNIDAD, HACE LA VIDA FRATERNA.

En resumen la fraternidad es una experiencia de vida que se enriquece cuando uno se entrega 100% a la fraternidad, como dice la fórmula de profesión religiosa “yo me entrego de todo corazón (totalmente) a esta fraternidad”, quisiera terminar citando el número 94 inciso 3 de las constituciones, porque me parece que resaltan de una manera muy concisa esta relación que existe entre familia y fraternidad, y al mismo tiempo resalta la diferencia entre tener mucho conocimiento y conceptos y entre saber poner en práctica, es decir, vivir la fraternidad…

Todos los hermanos, como miembros de una misma familia, participen habitualmente de los actos comunes de la fraternidad, sobre todo en la oración comunitaria, dediquen con gusto tiempo a los hermanos, conjuguen los compromisos y promuevan el trabajo compartido”

ANEXO 
En este comentario se nos contextualiza la expresión "El Señor me dio hermanos", realizado por Fray Edvin David (capuchino guatemalteco):
Nos dicen algunos hagiógrafos y el mismo papa Gregorio IX, que Francisco poco antes de su muerte escribe el Testamento. Esto significa que Francisco era ya enfermo, ciego y herido por las llagas del Señor, inmerso por tanto en el sufrimiento. El Testamento es por una parte memoria y por otra una admonición, es un juego entre el pasado y el presente. 
Francisco hace memoria y va 20 años atrás, y es claro que se recuerda en ese momento solo de las cosas mas importantes que le sucedieron, aquellas que le marcaron toda su vida. Inicia hablando de su conversión y el encuentro con los leprosos (1205), la fe que Dios le dio en las iglesias, los sacerdotes, la eucaristía y la teología (1207), después narra el don de los hermanos y la inspiración divina sobre que hacer con ellos. Es este el inicio de la fraternidad, el don de los hermanos y la aprobación por parte de la Iglesia (1208-1209). 
Toda la primera parte es narrada en la primera persona del singular «El Señor de esta manera me dio a mi…» pero después de la narración del don de los hermanos pasa del singular a la primera persona del plural, del Yo al Nosotros. Francisco está agradeciendo a Dios por el don de los hermanos que le dio, así como a Jesús le dio discípulos. La fraternidad es un don, al igual que el comenzar a hacer penitencia, todo es por intervención de la gracia divina, la cual le reveló que la fraternidad debía vivir según el Santo Evangelio.
En la parte final del Testamento les hace recordar a los frailes que la finalidad de este documento es amonestar, animar y obligar a vivir la Regla que han profesado y por ello junto a la Regla deben observar este Testamento. Esto fue así hasta el 28 de septiembre de 1230 (solo por casi cuatro años), cuando el papa Gregorio IX con la bula Quo elongati, aclara la duda que tenían los frailes si debían guardar la Regla y el Testamento o solo la primera, el papa responde que no están obligados a obedecer el Testamento porque lo oficial es la Regla y allí están contenidas ya las disposiciones del fundador. Sin embargo, la reforma de los frailes Capuchinos, aprobada oficialmente el 3 de julio de 1528 por el papa Clemente VII con la bula Religionis Zelus, decidió tener como norma de vida la Regla Bulada y el Testamento, sobre todo porque se proponían volver a Francisco, volver a los inicios, donde todo fue por inspiración divina. Al día de hoy para nosotros capuchinos es de vital importancia el Testamento, no tanto por la cuestión jurídica, sino porque es una fuente de espiritualidad y contiene el pensamiento y la memoria de nuestro fundador; es un texto verdaderamente precioso. 



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