Esta pregunta tiene de fondo un planteamiento ético porque dice relación a la manera de comportarse. Es, básicamente, el asumir las consecuencias de los actos como resultado de las propias decisiones. Tal y como se dice el la sabiduría popular: “sea responsable y asuma las consecuencias de sus actos”. Pero entonces que es mejor, ser bueno o hacer el bien…
Con respecto a la pregunta: ¿Cómo ser bueno? ó ¿Cómo hacer el bien? Podemos decir que hay una estrecha relación entre ser bueno y hacer el bien ya que de una persona buena se presuponen buenos actos que al mismo tiempo van construyendo la bondad de la persona. PERO… (siempre hay un pero) no es lo mismo subrayar como enfoque principal la búsqueda del ser bueno que el esfuerzo por hacer el bien…
Una actitud, un comportamiento en términos de “ser bueno” conduce a estarse midiendo uno frente a un espejo, es decir en una auto-medición a uno mismo. En el fondo la preocupación será cumplir con ser bueno uno sin importar los demás, por ello tiende al egoísmo, a la justificación, al individualismo…
En cambio, una actitud o un comportamiento basado en el presupuesto de ¿Cómo hacer el bien? Se abre, en sí, al mundo de los demás, es decir, hay un interés por el bien de la comunidad, esto obliga a la persona a ser creativa y dinámica en su diario actuar, para innovar frente a las situaciones de la vida (incluso las molestas y contrarias) el cómo ser bueno.
De las dos preguntas ¿cuál sale ganando? En la primera el referente es el yo (¿he sido bueno?); en la segunda es el otro (¿he hecho bien al otro?), por lo tanto, es mejor hacer el bien y esto en sí habla de una persona que en el fondo es buena.
Este es el dilema que nos presenta Santiago en su epístola, solamente que él habla de fe y obras, yo acá me refiero a ser y hacer…
“¿De qué sirve hermanos míos que alguien diga: “Tengo fe” si no tiene obras?... muéstrame tu fe sin obras que yo te mostraré por las obras mi fe” (cf. Santiago 2, 14-18)
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