PAZ Y BIEN...
Imagínate que de repente te llevan a un edificio abandonado, sucio, con ratas, papeles de periódico llevados por el viento, paredes rotas, telarañas (wacala), cucacharas (doble wacala)... en fin un edificio abandonado... y te dicen: "debes hacer que este edificio pase a la historia, debes hacer algo tan espectacular que la gente empiece a recrear esta escena en todas sus casas" O.o
Tu cara delataría la idea macabra de derrumbar el edificio y mejor hacer algo nuevo... o bien la locura de tal idea... pues te cuento que María, nuestra madre, la madre de Jesús hizo algo parecido, y lo superó por mil.
Aquella cueva (que decentemente le decimos "pesebre") era un lugar inhóspito, sucio, abandonado, lleno de bichos; y María fue capaz de hacerlo la casa para recibir a Jesús, la casa para recibir a Dios en el mundo, según la carne. Y lo hizo tan bien que pasó a la historia, y ahora todos recreamos esa escena en las casas, capillas, parroquias, catedrales. ¡María es la mujer capaz de transformar una cueva de animales en la casa de Jesús!, si ella pudo hacer eso con una cueva ¿qué cosas podrá hacer en nuestros corazones?, ¿qué cosas podrá hacer en nuestra vida? limpiando, acomodando, construyendo el Reino de Dios en nosotros, haciendo de nuestras cuevas una casa para Jesús.
Ya lo dijo el Papa Francisco en la carta Evangelii Gaudium:
un abrazo fraterno.
Fray Esteban
-capuchino-
Aquella cueva (que decentemente le decimos "pesebre") era un lugar inhóspito, sucio, abandonado, lleno de bichos; y María fue capaz de hacerlo la casa para recibir a Jesús, la casa para recibir a Dios en el mundo, según la carne. Y lo hizo tan bien que pasó a la historia, y ahora todos recreamos esa escena en las casas, capillas, parroquias, catedrales. ¡María es la mujer capaz de transformar una cueva de animales en la casa de Jesús!, si ella pudo hacer eso con una cueva ¿qué cosas podrá hacer en nuestros corazones?, ¿qué cosas podrá hacer en nuestra vida? limpiando, acomodando, construyendo el Reino de Dios en nosotros, haciendo de nuestras cuevas una casa para Jesús.
Ya lo dijo el Papa Francisco en la carta Evangelii Gaudium:
286. María es la que sabe transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura. Ella es la esclavita del Padre que se estremece en la alabanza. Ella es la amiga siempre atenta para que no falte el vino en nuestras vidas. Ella es la del corazón abierto por la espada, que comprende todas las penas. Como madre de todos, es signo de esperanza para los pueblos que sufren dolores de parto hasta que brote la justicia. Ella es la misionera que se acerca a nosotros para acompañarnos por la vida, abriendo los corazones a la fe con su cariño materno. Como una verdadera madre, ella camina con nosotros, lucha con nosotros, y derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios. A través de las distintas advocaciones marianas, ligadas generalmente a los santuarios, comparte las historias de cada pueblo que ha recibido el Evangelio, y entra a formar parte de su identidad histórica. Muchos padres cristianos piden el Bautismo para sus hijos en un santuario mariano, con lo cual manifiestan la fe en la acción maternal de María que engendra nuevos hijos para Dios. Es allí, en los santuarios, donde puede percibirse cómo María reúne a su alrededor a los hijos que peregrinan con mucho esfuerzo para mirarla y dejarse mirar por ella. Allí encuentran la fuerza de Dios para sobrellevar los sufrimientos y cansancios de la vida. Como a san Juan Diego, María les da la caricia de su consuelo maternal y les dice al oído: «No se turbe tu corazón […] ¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre?».
un abrazo fraterno.
Fray Esteban
-capuchino-