Sábado 22 de setiembre de 2012. Convento San Francisco de Asís.
El reinado de Dios no es en lo político sino en el amor,
Jesús genera una verdadera revolución del corazón humano, y lo capacita para
desbaratar realidades oscuras, en el Evangelio se presenta la vida de servicio
y acogida del discípulo como la forma para asociarse a la entrega generosa de
Jesucristo. No es la dominación sino la capacidad de servicio lo que identifica
a un discípulo.
JESÚS SE SENTÓ:
es la señal rabínica cuando se va a decir algo muy importante, es cuando un
verdadero maestro va a dar entre sus muchas enseñanzas una muy muy muy
importante, una que resalta, que no se puede olvidar, que no puede pasar
desapercibida. Inmediatamente Jesús les explicó el tema del SERVICIO poniendo a
un NIÑO en medio, veamos de qué se trata el niño y el servicio…
NIÑO: en la
escala social de aquella época el niño estaba en lo más bajo de la sociedad
junto a los esclavos y las mujeres, así que el niño es la representación del
nivel más bajo de la sociedad, no se es grande cuando se ocupa un puesto de
relevancia, sino cuando uno ENSANCHA EL CORAZÓN PARA AMAR A TODOS. Como la
Madre Teresa de Calcuta.
Entonces el Señor Jesús al abrazar a un niño lo que nos
quiere dejar claro es que el cristiano, el discípulo de Jesús se debe
distinguir en la sociedad por acoger al necesitado, al que ocupa amor, abrigo,
sustento, abrazo, la identificación con los excluidos es parte primordial en la
agenda del discípulo.
DIAKONOI: es la
palabra con la que se describe “servidor”… ya lo dijo Jesús “el que quiera ser
el primero que se haga el último y el servidor
de todos”, diakonoi es la palabra griega para referirse no al “puesto” como lo
podríamos entender hoy en la Iglesia, sino el que es encargado de proveer a los
demás.
La persona verdaderamente grande
es un diácono de los demás, un simple servidor, puede que no seamos santos
famosos, pero si podemos ser santos servidores, ser hombres y mujeres de Dios
que van por el mundo haciendo pequeñas obras de caridad, una tras otra, de
hecho no hay que estar “arriba” o “abajo” en la sociedad o en la Iglesia,
porque no se trata de ocupar un puesto… y si así fuera el único puesto debe ser
estar rodeando a Jesús… a su alrededor escucharlo y aprender, para llevar a la
acción sus enseñanzas.
Por otro lado quiero referirme por un momento al tema de los
estigmas; estigma es una marca o señal en el cuerpo, antes en tiempos de los
griegos marcaban a los esclavos con hierros encendidos. De ahí se toma la
palabra para describir esta gracia tan particular que Dios ha dado a algunos y
algunas.
Lo primero que hay que decir es que un ESTIGMA es para
nosotros un signo distintivo de la eficacia redentora y salvadora, implica
volver a ver a Jesús crucificado, de manera que él mismo quiere llevarnos al
recogimiento y al recuerdo de su Pasión.
En San Francisco de Asís, primer hombre en recibir los
estigmas, se dieron en un momento de aparente fracaso en su sueño de fundar una
Orden de Frailes menores y pobres y parecía que todo se le iba por la borda,
entonces Dios lo marca para ratificar que va por buen camino y que semejante
obra (la orden franciscana) es obra de Dios no de Francisco.
En el Padre Pío se dan en miras a su misión, él mismo fundó
los grupos de oración para aliviar a las personas de las dolencias del corazón
y fundó la Casa de Alivio del Sufrimiento para aliviar a las personas con
dolencias físicas.
LA MISIÓN DE LSO ESTIGMAS en la Iglesia consiste en que son
una gracia especial, un servicio que la Iglesia necesita en un momento
particular de la historia. Es un signo profético que nos llama a lo más
esencial de la fe cristiana: CONFIGURARNOS CON CRISTO Y QUE POR SUS LLAGAS
HEMOS SIDO SANADOS.
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